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Valladolid invita al tapeo

De Zamora a Valladolid, atravesando inmensas llanuras despobladas sometidas ahora a la canícula veraniega, sigo expandiendo mi espíritu y atemperando mi estado de ánimo. La capital castellano leonesa es otro de esos lugares donde hace años tengo plantados afectos sinceros e inquebrantables.

La familia Sanz, propietarios de la Bodega Dehesa de los Canónigos, se han convertido, por mérito propio, en uno de mis referentes vitales y sentimentales. Son gente sin dobleces que atesoran muchos valores que a uno le permiten seguir creciendo como persona cuando te los transmiten y eres capaz de interiorizarlos. Tengo por máxima que una de las mayores riquezas que uno puede atesorar es, junto a la familia, contar con amigos de bien.

Con ellos, desafiando temperaturas que rondaban los cuarenta grados nos dispusimos a realizar una ruta de tapas por una ciudad que invita, precisamente, a recorrer sus interesantes barras. Valladolid, sede del Concurso Nacional de Tapas y Pinchos, ha sabido situarse como un referente nacional en el noble arte de «tapear», que es una verdadera ciencia. El enclave de su cuidada Plaza Mayor ofrece muchas posibilidades. Nunca olvido «Los Zagales», una verdadera institución. A su variada carta de pinchos clásicos, ofrece la posibilidad de degustar tapas muy creativas que han ganado en varias ocasiones el Concurso Nacional. Es un lugar de mucho nivel que no podéis dejar de obviar en vuestro recorrido por la ciudad.

Además me congratuló mucho ver como activos restauradores apuestan por la Plaza y su entorno, algo que no pasa en Madrid con su descuidada e irrelevante gastronómicamente Plaza Mayor. Me sorprendió mucho y para bien el «Majao de Sebi», en la misma Plaza, donde os recomiendo fervorosamente las Patatas a la Importancia que elaboran. No quise probar más especialidades de la casa para reservármelas en futuras ocasiones.

Mi barra favorita, sin discusión, de Valladolid es la de Martin Quiroga. Un pequeño local, siempre a rebosar, donde se rinde culto al producto a través de elaboraciones muy actuales y cuidadas.

Sus carpaccios de gambas, el atún, el arroz con gambones o la pluma ibérica con la que me obsequiaron son excepcionales. Cocina y atención al cliente excelente de a mano  de dos jóvenes profesionales que saben muy bien lo que hacen.

Fuimos también hasta La Palloza, donde encargamos una menestra de verduras, auténtica especialidad de la casa, para reservarla para la noche.

El viaje continúa, las sensaciones se suceden. Os seguiré contando……

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