¿Qué se cuece?

Lorenzo Díaz, el Mítico Llorens

Seguramente, la mejor descripción de Lorenzo Díaz la acuñó el añorado Luis Carandell, cuando le definió como “sociólogo, gastrónomo y juergólogo”. Lorenzo Díaz, nuestro “mítico Llorens”, apelativo que acuñamos al alimón mi viejo amigo Juanjo Ibáñez, un servidor y Carlos Herrera, siempre rindió culto a la amistad y a la vida.

Lorenzo Díaz y Pepe Ribagorda

Disfrutador como pocos de esos instantes fugaces adornados de socarronería e ironía, su cálida  compañía hacía de cada momento compartido a su lado inmortales e intemporales espacios de la mejor felicidad. Su clásica frase “que felices fuimos” cobra ahora todo el sentido.

Lorenzo Díaz

En el luminoso Puerto de Santa María, desayunando aquellos deliciosos churros en el viejo café junto al mercado de abastos o tapeando en Sanlúcar de Barrameda. Alternando risas, viandas y pitanzas en la barra de La Ponderosa, en Cuenca o disfrutando de arroces en la luminosa Albufera valenciana.

Lorenzo Díaz

Emulando a su admirado Camilo José Cela viajando por la Alcarria, su patria chica y dando cuenta de atascaburras, pistos o migas lo mismo en Almagro, Sigüenza o Guadalajara, de perdices en “Adolfo” en Toledo o de gachas manchegas en “El Pincelín” de Almansa. Tapeando con intensidad en nuestra querida Taberna La Sal de Zamora o degustando mariscos y albariños y godellos en nuestras rutas gallegas, se me amontonan los recuerdos en tantos kilómetros de amistad y cariño sincero, de tantas risas y de tanto compadreo del bueno. Lorenzo me enseñó a vivir como realmente vale la pena hacerlo. Antes ya de conocerle, en el año 2000, leía con avidez sus enciclopédicos libros sobre las tabernas y las botillerías madrileñas. Sus sesudas investigaciones sobre nuestro ayer gastronómico despertaron mi interés por lo culinario y me impregnaron de esa curiosidad por la autenticidad de los establecimientos tradicionales. A él le debo que me abriera las puertas del universo gastronómico al que con pasión y siempre a su lado me dediqué con empeño en ir descubriendo.

Con Lorenzo Díaz

Imposible olvidar los innumerables viajes que hicimos siguiendo la estela del diestro de leyenda José Tomás, de cuyo arte le animé a contagiarle. El Linares, Badajoz o Pontevedra, donde le deje una madrugada del 3 de Agosto de 2008, literalmente tirado porque iba a nacer mi hija, juntos disfrutamos de la tauromaquia. Lo mismo que tantas y tantas tardes en Las Ventas que coronábamos siempre en nuestro querido Trifón dando cuenta de croquetas y raciones de rabo de toro.

En FENAVIN con Lorenzo Díaz

Todo este torrente de recuerdos me invitan a tenerle presente siempre en mi vida como el gran disfrutador que fue, el mejor amigo de sus amigos, un padre, marido y compañero de vida ejemplar. Se nos va el entrañable amigo, pero también un enorme divulgador de la gastronomía de siempre, muy especialmente de la manchega y un notabilísimo historiador de la radio y la televisión en España.

Trabajó con los más grandes del medio radiofónico como Luis del Olmo, su propia esposa Concha García Campoy o Carlos Herrera. A todos ellos les aportó en sus programas esa lucidez consustancial en él, el buen humor y el conocimiento que atesoraba su prodigiosa mente. Nadie como Lorenzo Díaz para desdramatizar cualquier situación revirtiéndola a la sátira propia de cada momento.

Lorenzo Díaz

“Nadie me ha insultado como Lorenzo”, siempre afirma con acierto Diego Rodríguez, del restaurante “El Bohío” de Illescas. Nadie como él, para versionar o para apodar, fruto de su siempre ágil, mordaz y satírica inteligencia natural.

Lorenzo Díaz y Pepe Ribagorda

Con el adiós de Lorenzo, se va el arquetipo de toda una época. Nos ayudó a entender la sociedad en la que vivimos, nuestra historia, la historia de la transición democrática que personas como él tanto hicieron por construir.

Se va un intelectual con mayúsculas y un irrepetible ser humano. Escribo con los ojos humedecidos echándole ya tanto de menos. Llego desde su querida tierra manchega a Madrid, en un camión cargado de melones, como atestigua Raúl del Pozo, y se va a los cielos en otro camión cargado de afectos y el reconocimiento de sus muchos amigos. Seguro que ya andas buscando barras y tabernas por ahí arriba para cuando nos reencontremos y volvamos a reír, a vivir como nos has enseñado.

Gracias por existir querido Lorenzo Díaz. Doy gracias infinitas al destino por haberte conocido. Formas parte de lo mejor de mi vida y siempre vivirás en mí.

Deja un comentario