Restaurantes

Casa Ciriaco sobrevive fiel a su esencia

Siempre ha sido una de mis tabernas favoritas en Madrid. Sus antiguos propietarios Ángel y Godofredo formaban parte del paisanaje tabernario madrileño. Hombres curtidos entre barras y comedores, mimetizados con los clientes, que contribuyeron a mitificar esa condición de tabernero que tan pocos atesoran. Junto a ellos en los fogones ejercía su magisterio la legendaria Doña Amparo, que protagonizó uno de los capítulos de la serie televisiva que presenté en Telecinco hace algunos años, “Cocineros sin Estrella”. En la sala brillaba el entrañable Paco que siempre lograba que la visita a Ciriaco fuera una agradable experiencia.

Todo aquello, con el fallecimiento del sin par Godofredo, se desvaneció. Casa Ciriaco, emblema de Madrid, una taberna nacida a finales del XIX y rebautizada en 1929 por su propietario de entonces, Ciriaco Muñoz, corrió el riesgo de desaparecer.

El histórico establecimiento, refugio bohemio de toreros, pintores o escritores, también de relevantes políticos y hasta de Reyes, durante casi un siglo estuvo a punto de cerrar para siempre. Afortunadamente, dos restauradores que entienden que este tipo de lugares forman parte de la historia y la esencia misma de la ciudad, Alfonso Delgado, propietario desde hace 25 años de otra clásica taberna Casa Alberto y Daniel Waldburger, gerente de la no menos histórica Casa del Abuelo, auténtico templo de las gambas al ajillo, han conseguido con éxito salvar Casa Ciriaco de la especulación y del olvido.

Alfonso Delgado y José Ribagorda

Es de agradecer la apuesta que han hecho por salvaguardar esta auténtica joya de la restauración madrileña, por resucitar esta verdadera tasca ilustrada, de las pocas que quedan en Madrid.

Los nuevos propietarios han modernizado los comedores, destinando el que había a la entrada al tapeo y están llevando a cabo una profunda remodelación del sótano del local, donde se guardaban verdaderas reliquias vinícolas que ahora lucirán para asombro de los visitantes.  Alfonso y Daniel han tenido la sensibilidad suficiente para preservar la esencia de lugar a través de ese sinfín de antiguas fotos y pictóricas dedicatorias en las que se plasmó la visita de las personalidades más relevantes del último siglo en nuestro país. Además están realizando un loable intento por preservar los platos que definieron la gastronomía del lugar, como aquella memorable gallina en pepitoria que elaboraba Doña Amparo o el revuelto Julio Camba con el que el local homenaje al insigne escritor que estableció en Casa Ciriaco su deslumbrante tertulia durante décadas.  En lo gastronómico, a falta del necesario rodaje y de terminar de perfilar el equipo de cocina, Casa Ciriaco reinicia su andadura por el buen camino.

Me alegro sobremanera por esta loable resurrección de una taberna que jamás debe desaparecer.

Casa Ciriaco

Madrid, ese Madrid que nos enorgullece a todos por su pasado y su cosmopolitismo, por ser un lugar que invita a vivir y a disfrutar, no sería lo mismo sin Casa Ciriaco.

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