Homenaje íntimo a Raúl Pérez, el mejor enólogo del mundo

Va acumulando reconocimiento de forma callada, sin estridencias, sin alharacas. Porque él es así, de una grandeza y una humildad poco común. En un mundo en el que prima, ahora más que nunca el «postureo», él se mantiene siempre en su sitio, en las viñas o en las cientos de bodegas que asesora, velando por sus primorosos, auténticos y siempre singulares vinos. No le gustan los focos, ni tampoco los halagos, algo poco común. Me estoy refiriendo a Raúl Pérez, que recientemente recibió en Shangay su penúltimo galardón, el que le encumbra como el mejor enólogo del mundo del pasado año 2015.

Se lo ha otorgado la prestigiosa publicación Bettane + Desseauve y lo recibió, con la discreción que define su personalidad, en el marco de «Le Grand Tasting Shangai» que cada año se celebra en la ciudad más poblada del gigante asiático, de China. Similar reconocimiento había recibido un año antes, en 2014,  por la revista alemana especializada Der Feinschmecker, consagrándole como el enólogo más influyente del planeta. 

Dada su condición, tan poco compatible con la ostentación, decidí juntar a algunos de sus mejores amigos para que le rindiéramos un merecido homenaje, no solo por su inmensa figura profesional, también por lo que tal vez más valoremos de él, su condición humana. Nos reunimos Manolo Villanueva, Lorenzo Díaz, Álvaro Palacios, Iván y Belén Sanz, Rodrigo Méndez, Cesar Ruiz, Flequi Berruti, Richard Sanz, Paco Somoza, Melquiades Álvarez , Eugenio González Rubio y Loles Silva.Los que le queremos sabemos de su generosidad y el altruista concepto que tiene de la amistad. Raúl se rige por afectos bien entendidos. No conoce lo que es el interés. Es de esas personas cuya amistad te honra y te resulta íntimamente gratificante.

Paco Somoza, Álvaro Palacios y José Ribagorda

Belén Sanz, Dehesa de los Canónigos

El sencillo homenaje, que recibió emocionado y por sorpresa, consistió en una placa que rezaba: «A Raúl Pérez, cultivador de viñas y afectos. Con admiración y amistad».

Tras su entrega nos entregamos a la pasión compartida por todos, los vinos. Vinos que acompañaron unas magnificas alubias blancas «plancheta» con perdiz que preparamos en casa.

Tras firmar todos en una inmensa botella de Menade, de postre disfrutamos de un queso de cabra que elabora  Richard Sanz de Bodegas Menade en Rueda y el excelente pastelero, maestro del chocolate Oriol Balaguer nos envió desde La Duquesita, su insuperable tarta de chocolate que puso el broche final a una velada inolvidable.

Si uno tiene que definir la felicidad, sin duda, la enmarcaría en momentos como éste en la que los amigos nos congratulamos de disfrutar juntos de instantes que quedan grabados en la memoria para siempre.