Restaurantes

Mi homenaje a esos bares de siempre y a las patatas bravas de toda la vida

Hoy he querido hacer un homenaje a nuestros bares, esos establecimientos de barrio, donde desayunamos, tomamos el aperitivo y si estamos a gusto hasta terminamos comiendo de tapeo, esos lugares donde los camareros se convierten en parte de la familia, los conocemos por sus nombres, saben de nuestras penas y alegrías y comparten el devenir de nuestras vidas.

Esos lugares tan españoles, tan auténticos, llenos de servilletas de papel por el suelo. Esos bares donde todavía se puede disfrutar de un agradable saludo de bienvenida, de una caña fresquita y bien tirada y de las tapas madrileñas tan características y que cada vez cuesta más encontrar.

Os hablo de ‘Docamar’, desde 1963 pueden presumir de ofrecer las mejores patatas bravas de Madrid, para que os hagáis una idea de lo que os hablo, en este local se consumen más de 14 toneladas de patatas al mes y en navidades se acercan a las 19 toneladas. Patatas monalisa y en esta ocasión malagueñas.

‘Docamar’ fue fundado por Donato Cabrera Martínez en 1963 y hoy es regentado por su tercera generación. Han cumplido 50 años con el secreto de su mítica salsa de bravas, inventada por Jesús Cabrera, un secreto guardado fielmente por sus herederos. La receta es la tradicional, la de pimentón de la Vera y algo más que no desvelarán, unido a una forma de freírlas en su justa temperatura que las convierten en un espectáculo.

‘Docamar’ es uno de esos típicos bares de Madrid que ha visto el trascurrir de la ciudad. Un lugar al que acudía el gran Gila, toreros como Antoñete, el Fari, folclóricas y personajes de la época, mientras Madrid crecía y crecía. Un plaza donde el payaso Tonetti hacia sus espectáculos de circo.

Sus paredes son un homenaje a sus orígenes cuando la hoy Plaza de la Quintana, era un pequeño pueblo, sin coches y con gentes humildes que acudían a ‘Docamar’ a tomar el chato o una caña acompañada de unas bravas. Raúl y César Cabrera, son los que se mantienen al frente del negocio familiar que fundó su abuelo. Su claro objetivo, mantener el carácter tan peculiar de “el bar de las bravas”.

Estuve hablando con Miguel Sánchez ,el encargado y con todo su gran equipo de excelentes profesionales. Que gusto da ir a los lugares donde los trabajadores están sonrientes y con ganas de agradar ofreciendo sus mejores productos. Siguiendo las recomendaciones probé sus tradicionales bravas, las patatas con alioli y los calamares. Y desde luego bien merece la visita.

Miguel me llevo hasta la cocina, donde pude ver la cantidad de freidoras en perfecto estado para preparar las patatas, las raciones de oreja, las ollas con la salsa secreta que tan celosamente guarda todo el equipo de cocina dirigido por Oliverio España.

Me cuentan que los fines de semana esa Plaza Quintana situada en la calle de Alcalá se convierte en un hervidero de gentes llegadas de todas partes, en busca de un vermut y de unas bravas, en la zona los niños cambian los cromos como antaño y los mayores juegan a la petanca y al tute, mientras en el ‘Docamar’, las freidoras se ponen a toda máquina y no paran hasta la noche.

Me voy orgulloso de que la ciudad en la que perviven lugares como este, esos bares tan arraigados a nuestra cultura, donde a pesar de todo siguen apostando por la tradición, el buen servicio y la amabilidad. ‘Docamar’ bien merece una visita.

C/ Alcalá, 337, 28027 Madrid
913 67 83 17

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