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Buscando a Santa Claus por tierras de Laponia, bajo la luz de las Auroras Boreales

Era un viejo deseo. Pero tenia que materializarlo en su debido momento. Sabía del hábitat helado en el que vive, aunque no tenía una percepción exacta del lugar. Me dio igual. Los sueños, si uno los alimenta y lucha por ellos, terminan por hacerse realidad. Muy mal me tienen que ir las cosas para no terminar encontrándome con él. Me armé de valor y puse rumbo al norte de Finlandia, muy al norte, a la Laponia. Me adentré más de doscientos kilómetros en el Circulo Polar Ártico, donde mi instinto me decía que podía encontrarle. Las gélidas temperaturas y los impracticables parajes helados no iban a arredrarme. No soy de los que se dan por vencido fácilmente.

Así que una vez llegué a Saariselkä donde establecí mi campamento base, busqué la mejor forma de desplazarme por estas frías tierras. Trineos arrastrados por vigorosos perros huskies o apacibles renos  y la luz de las auroras boreales eran mis bazas para recorrer estos lares habitados por la cultura de los samis, un pueblo básicamente dedicado al pastoreo de las manadas de renos, a la caza y a la pesca que se extiende por toda Escandinavia, fundamentalmente Noruega y la península rusa de Kola.

Las jornadas me resultaban agotadoras. Menos mal que los amables samis, en sus acogedoras cabañas me recofortaban con su suculento «Lohikeitto», una apetitosa sopa de salmón y patata como base del plato, elaborada al fuego, que en ocasiones puede ir acompañada por verduras, fundamentalmente zanahoria.

Es uno de los platos preferidos por este pueblo espiritualmente inmerso en la convivencia armónica con la naturaleza. En las largas sobremesas les pedía información sobre el personaje que ansiaba encontrar.

Poco a poco iba descifrando la leyenda y el misterio que rodeaba mi anhelado destino.

La incesante búsqueda tenía que continuar….. (continuará)

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