Gastropepe

El blog

Valladolid entre vinos y tapas

Cada vez que visito Valladolid, percibo con más nitidez su condición de ciudad paseable. A los afectos personales que tan favorablemente me estimulan siempre a acudir a Valladolid, se une su cada vez más consolidada oferta gastronómica, lo que le confiere la condición ideal de urbe proclive al  paseo sosegado y al disfrute gustativo.

El frío y la niebla que habitualmente alberga el Pisuerga invitaban al recogimiento en las buenas tabernas que pueblan el casco antiguo de la ciudad. La primera cita fue en uno de mis lugares predilectos, el Majao de Sebi en plena Plaza Mayor, donde mi memoria guarda unas antológicas patatas a la importancia.

La memoria, suele ser la más fidedigna de mis guías. Y este lugar, aquellas patatas que en esta ocasión habían agotado al mediodía, me predispone siempre a las mejores sensaciones.

Y del Majao a la Taberna Villa Paramesa, a muy pocos metros, donde al espléndido servicio, se une una variada  selección de tapas que tienen en el sabor y en su cuidada presentación sus principales virtudes.

Y así, entre logrados blancos de Rueda, y asentados tintos de la Ribera, reconozco que la amistad con sus bodegueros me lleva siempre a decantarme por Menade y Dehesa de los Canónigos, y entre logradas tapas, especialmente la dorada levemente pasada por la piedra de sal, uno dejó pasar las horas, hasta que se hizo todo lo tarde que el cansancio del viaje nos permitía.

Pocas cosas como el disfrute del calor afectuoso que te otorgan los amigos. Pocas cosas, como estar relajado, pasar del tiempo planeando futuros encuentros con quien quieres bien. Instantes para agarrarte a lo mejor que te puede proporcionar el buen vivir.

Deja un comentario