Restaurantes

‘Diverxo’, el virtuosismo de un genio

Conozco hace mucho tiempo a David Muñoz. Lo hice gracias al director de cine José Luis Cuerda, que me llevo hace diez o quince años al primitivo ‘Diverxo’ del barrio Tetuán. Recuerdo con nitidez aquel pequeño restaurante donde David me reconoció que dormía muchos días porque sus jornadas apenas le dejaban tiempo para ir a casa.

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Recuerdo, también, como José Luis y un servidor cenamos solos porque el resto de mesas estaban sin ocupar. Eran los tiempos en los que la fama de David empezaba a correr ya de boca en boca como la pólvora. Aquella primera vez ya me asombró la originalidad de sus propuestas, el conocimiento de las gastronomías de muchas zonas del planeta y su portentosa facilidad para combinar y ensamblar texturas de producto y sabores de todos los colores.

En su segundo local de la calle Pensamiento, su prodigiosas capacidades y su desbordante talento no hicieron más que plasmarse en nuevas sugerencias que, teniendo como base su inquietante concepto gastronómico, no hacían más que explorar en nuevas e insólitas combinaciones como era la fusión entre los productos derivados del mar y de la montaña.

En paralelo a su crecimiento como cocinero iban llegando los reconocimientos. La primera estrella Michelín, la segunda y pronto, muy pronto la tercera. Compartí su alegría cuando se la otorgaron, una lluviosa noche en el Guggenheim de Bilbao. Radiaba felicidad y me sentí participe de tan emocionante momento. Merecidísima tercera estrella para un cocinero, un artista realmente revolucionario que siempre ha roto moldes y convencionalismos desde una rabiosa y radical concepción de la vanguardia.

La visita a su nuevo ‘Diverxo’ en el Hotel Eurobulding no ha hecho sino constatar que estamos ante un cocinero que no conoce los límites. Su espectro no hace sino crecer y crecer. La técnica adquiere cotas de virtuosismo, lo mismo podría decirse de los platos presentados como lienzos que en realidad son. Por no hablar del producto que busca en los confines del planeta para descubrir al comensal sensaciones únicas. Todos y cada uno de los diez platos que degusté, rezuman inspiración a raudales y requerirían de horas y muchas palabras para poder describirlos.

Experiencia única, me atrevería a decir que mágica, a la que te transporta un “Dabiz” Muñoz, y lo llevo diciendo hace mucho tiempo, que pone a Madrid en el mapa gastronómico mundial. Y es que no creo que haya nadie en planeta capaz de crear gastronomía con mayúsculas como él hace.

Tras mis devaneos con la tradición, a la que nunca hay que subestimar y dejar de valorar, “Dabiz” y su laberíntico “Diverxo” han vuelto a reconciliarme con la vanguardia, con la auténtica vanguardia. Sin imposturas, sin falsas imitaciones. Ruptura total con lo establecido. Modernidad absoluta.
Asombroso David.

Enhorabuena querido amigo.

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