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Croquetas inolvidables, en el Día Mundial de la Croqueta

Hoy la croqueta celebra su día mundial. Para mi es sin duda uno de mis grandes bocados preferidos, me sumo totalmente a José Carlos Capel, cuando dice que la croqueta es alta cocina. Os confieso que suelo medir la calidad de un restaurante por como elaboran sus croquetas.

Algo tan sencillo y tan complejo de elaborar. Con motivo de esta celebración he querido dejaros un recorrido por mis lugares con croquetas preferidas, de todas ellas hay unas que no puedo olvidar. Fue un día de crudo invierno de hace ya bastantes años. Esos días que el frio te cala hasta los huesos. Un frío que se siente de una forma muy especial en la bellísima localidad riojana de Ezcaray. Recuerdo con nitidez que entré en el por entonces “Echaurren” a secas y quedé seducido para siempre por las finísimas croquetas. Desde aquél momento, se instaló en mi cabeza la idea de homenajear de alguna manera a cocineras tan extraordinarias como Dª Marisa Sánchez. Cuando digo que he cumplido un sueño, me ajusto a la verdad. Para mí fue realmente emocionante ver a Dª Marisa elaborar sus celebérrimas croquetas, durante el rodaje de Cocineros sin Estrella. Degustar la cremosa textura de las más formidables croquetas que he probado nunca, junto al crepitar de la hoguera,  es uno de esos placeres únicos que la vida te regala de vez en cuando.

Otras que también me fascinaron, son unas de las mejores croquetas de Madrid. Las ofrecen en exclusiva en ‘El Quinto Vino’, una preciosa y recomendable taberna del multicultural del barrio madrileño de Tetuán (c/ Hernani, 48).

Me la recomendó el perspicaz crítico del diario ‘El Mundo’, Alberto Luchini. “Vete”-me dijo- “y me cuentas”. Previamente le había dicho que para mí eran insuperables las que hace mi buen amigo Lorenzo en “ Támara”, Paseo de la Habana, 107, tras lo cual nos conjuramos para hacer balance. Pasada la prueba, mantengo mis dudas. Lo cual es una buena señal, ambas son extraordinarias. Cremosas, muy sabrosas, excelente la fritura….hasta aquí ninguna diferencia. Lo realmente singular esta en las manos de quienes las elaboran.

Las croquetas de “El Quinto Vino” las confecciona Dª Esperanza, una sencilla ama de casa y antigua amiga del propietario, el tabernero Luis Roldán, como le gusta que le llamen. Esta buena mujer, sin ningún afán de protagonismo, hace en su casa y vende a la taberna alrededor de doscientas croquetas cada día, listas para freír en buen aceite. Lo hace por las mañana, para los almuerzos y por la tarde para las cenas. Así lleva más de diez años, haciendo las delicias de una clientela fiel que se chupa los dedos con las croquetas de Esperanza, como todo el mundo las conoce.

Dª Esperanza es el arquetipo de esas de millones de amas de casas, sin reconocimiento alguno, que representan las esencias de nuestra cocina.

Destaco también las que tome en ‘García de la Navarra’, (Montalban 3), de trufa de verano y las croquetas de huevo en la barra de ‘Jurucha’, en la calle Ayala, 19.

Desde luego que hoy las buenas croquetas y las manos de los que las elaboran bien merecen un alabo y el homenaje de quienes, sin desdeñas las vanguardias, entendemos que en la tradición radica la verdadera sabiduría

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