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Una jornada para enmarcar en Asturias

Invitado por mi buen amigo David Fernández-Prada, alma mater de una de las mejores, sino la mejor, agencias de comunicación especializadas en gastronomía del Principado, he vuelto a Asturias. Regresar a esta fértil y acogedora tierra me proporciona una cálida sensación interna, sobre todo, propiciada por la hospitalidad de sus gentes. Asturias, con sus brisas marinas y su vigoroso verde, ralentiza el vértigo en el que uno vive instalándome en una sosegada paz interior.

Sidra en Luanco

Tras degustar una sidra en la bella localidad marinera de Luanco, saldé una deuda que tenía hace mucho tiempo, visitar “Casa Gerardo” en Prendes, probablemente el más emblemático restaurante asturiano que regentan Don Pedro Morán y su hijo Marcos.

Ambos, de manera indisoluble, encarnan a la perfección la necesaria simbiosis entre tradición y modernidad, siempre sustentada en la devoción por el producto y su correcto tratamiento, que no es otro que el comensal pueda saborear, sin innecesarios adornos y en plenitud, una cigala, una cococha de merluza o un salmonete. El menú que ofrecen estos dos grandes maestros de la cocina es un homenaje a su tierra y sus mares, al ayer, pero también al hoy y hasta el mañana.

Solo por su celebérrima fabada y su arroz con leche -pura tradición-estaría justificada la visita, pero en Casa Gerardo y a través de sus prodigiosos entrantes, entre los que sobresale la sardina curada en casa y el bocarte relleno de anchoa entroncas con una modernidad de valores del pasado, como el sabor, sin plúmbeos artificios. El menú te lleva a las profundidades del Cantábrico, en forma de bogavantes o virreyes, a las cumbres montañosas asturianas donde se crían los gochus astur-celtas y maduran los excelsos quesos de esta tierra.

Pepe Ribagorda con Don Pedro y su hijo Marcos en Casa Gerardo

Si al festín gastronómico sumas la siempre acogedora presencia de los Morán en tu mesa, la experiencia traspasa lo gustativo para afianzarse en lo personal. Don Pedro y Marcos son de una calidad profesional y humana excepcional y me honro de tenerles como amigos.

José Ribagorda, pregonero de la XXXIV Edición del Festival de la Manzana de Villaviciosa

La jornada la completé ejerciendo como pregonero de la XXXIV Edición del Festival de la Manzana de Villaviciosa, la capital manzanera de Asturias, de España y del Mundo. En pocos lugares se cultivan más de 700 variedades de manzana y en el proceso de elaboración tiene tanto arraigo y tradición y por lo tanto sabiduría. Tras loar la sidra, componente fundamental de la gastronomía asturiana, que la dota de identidad y singularidad, defendí figuras del ayer como la del escanciador manual, en desuso hoy día ante la creciente mecanización, que no pueden desaparecer ante la pasividad de las instituciones.

Defensa cerrada, la que hice también de agricultores, productores y hosteleros, que tan malos momentos han pasado y que siguen sufriendo las consecuencias de los convulsos momentos que vivimos.

Aproveché el momento, ante una plaza abarrotada de personas que me trasladaron el cariño que me profesan, para comprometerme en la difusión de la cultura sidrera que aspira a ser declarada el próximo año Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

También me uní a la propuesta del Ayuntamiento de Villaviciosa para que el Festival de la Manzana sea declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Razones no le faltan dada la devoción con la que se vive por los habitantes de Villaviciosa y por los muchos visitantes de toda la comarca y de toda Asturias y del resto de España que viven el Festival y disfrutan de la deliciosa sidra y los muchos derivados más que propicia la mejor manzana del mundo.

Villaviciosa

Agradezco al alcalde Villaviciosa y a toda la corporación municipal el honor que me han concedido y el exquisito y cariñoso trato que me han dispensado.

José Ribagorda, pregonero de la XXXIV Edición del Festival de la Manzana de Villaviciosa

¡Viva Villaviciosa!

¡Puxa Asturies!

 

 

 

 

 

 

 

 

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