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La cocina española y la baraja española de Fournier van de la mano

Se tiende a localizar el origen de la baraja española en un modelo otomano, a su vez una evolución de un modelo persa, a su vez probablemente de origen chino o indio. Sin embargo, desde hace varios siglos se percibe como algo típicamente español.

Los juegos de cartas nos acompañan durante toda nuestra vida. Desde pequeños nos ayudan a mejorar las cualidades psicomotrices, incrementan la sociabilidad, el control numérico y la capacidad de asimilar éxitos y fracasos. Después de la cena es el mejor momento para jugar con ellos ya que esta actividad relaja antes de dormir.

En la adolescencia y en la universidad, nos ayudan a relacionarnos y consiguen entretenernos durante horas de la forma más económica en la cafetería de las universidades con un buen bocata de tortilla. En la mediana edad, nos proporcionan increíbles tardes con las amistades y familiares, en torno a una sobremesa después de la comida o la cena.

En la vejez, se convierten en el mejor compañero para llenar satisfactoriamente las múltiples horas de ocio, manteniendo la cabeza activa, lúcida y estimulando la actividad cerebral y la memoria.

La baraja de la cocina española

En una sociedad tendente a la individualización, en la que las relaciones humanas se ciñen a círculos cada vez más reducidos, los juegos de naipes simbolizan la diversión grupal y el placer. Algo parecido pasa con la cocina española, tan en auge ahora en su versión vanguardista pero también en su versión más sencilla de la típica dieta mediterránea. Nuestra aclamada dieta, al igual que los naipes, se nutre de influencias fenicias, árabes, judías, francesas…

Por ello han creado una baraja que refleja las similitudes entre ambos mundos reflejando en los palos la gran materia prima con la que contamos en España. De ahí que los oros se hayan convertido en naranjas. Las copas no podrían ser otra cosa que el vino y las espadas en nuestro gran pescado. Y, por supuesto, los bastos no podrían ser otra cosa que un buen jamón.

De aquí la idea de crear una baraja de la cocina española, muy apetecible, muy global muy española a la vez, como nuestra propia baraja Fournier.

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