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La muerte de Cristino Álvarez lleva el luto a la gastronomía española

Con absoluta desolación he recibido la noticia del fallecimiento de Cristino Álvarez. A su descomunal figura como crítico gastronómico, se une su condición de entrañable amigo mío.

Cristino Álvarez

Hace ya muchos años pude conocerle gracias a Pepe Domingo Castaño y a su mujer Tere. Su carácter afable y cariñoso, sus dotes de conversador inagotable y la pasión que ambos sentíamos por la gastronomía, hizo que desde el principio forjáramos una amistad franca y verdadera que ha perdurado a lo largo del tiempo. Siempre me gustó escuchar al más sabio de los críticos gastronómicos, el más fidedigno heredero de aquella brillante pléyade de críticos y escritores que fueron Cunqueiro, Plá. Lujan, Camba, Xavier Domingo o Vázquez Montalbán.

Sus crónicas, alrededor de cuatro mil, bajo el pseudónimo de Caius Apicius, que adoptó a modo de homenaje al gastrónomo romano del siglo I Marco Gavio Apicio o su docena de libros han servido para encumbrar este género periodístico a la categoría de literatura. Porque Cristino, no sólo hacia exaltación de un profundo conocimiento de la gastronomía desde el rigor histórico, además era un virtuoso de la palabra, de la gramática, del lenguaje en definitiva.

Rindo tributo de agradecimiento a un verdadero referente del periodismo, como fue y siempre será Cristino. Alguien que destilaba conocimiento y literatura a partes iguales.

Cristino Álvarez

Me quedo con el aprendizaje y el disfrute de leer sus crónicas, básicamente en la Agencia Efe, donde desarrolló su carrera profesional. Pero fundamentalmente prefiero quedarme con la inmensa satisfacción de haberle conocido, de haber compartido muchas sobremesas en su amada Galicia, en tantos lugares donde hablábamos y hablábamos durante horas de nuestras cosas.

1 Respuesta

  1. Ana

    Que bien lo has reflejado. Y realmente Cristino ha estado entre los mejor dotados de esa estirpe irrepetible de gastrónomos intelectuales y literarios. Ahí están las pruebas y habría que reunir una antología suya para que perdure. Vamos a intentarlo
    Ana Lorente

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