Qué orgullosos se sentirían Don Evaristo García y Doña Juliana Azpiroz -maragato él, angulera ella-, artífices ambos de que en los albores del siglo XX Madrid se convirtiera en el mejor puerto de España.
Esta Web utiliza cookies para su correcto funcionamiento. Si continúa navegando, consideraremos que acepta su uso.Aceptar