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La Mallorquina cumple 125 años en la Puerta del Sol de Madrid

La Mallorquina cumple 125 años desde que abriera sus puertas en la Puerta del Sol. Fundada en 1894, han pasado más de cien años y su historia es parte de la gastronomía dulce de Madrid. Centenaria y de carácter familiar, La Mallorquina se ha convertido en una referencia emocional imprescindible, con una ventana única en Sol y una carta de postres y dulces artesanos que mantienen la tradición y que innova cada día incorporando nuevos sabores y texturas.

Además de celebrar su 125º Aniversario, La Mallorquina sigue dando pasos adelante e inaugurará próximamente dos nuevos espacios que suponen traspasar la Puerta del Sol.

La Mallorquina abrirá en septiembre una pastelería en Hermosilla –con Velázquez, en el exclusivo Barrio Salamanca–, con obrador propio e incorporará, a la misma carta que ofrece en Sol, una nueva línea de producto única para este espacio.

A partir de julio, inaugurará una segunda pastelería en El Rastro, en el Madrid más castizo, abierta los domingos donde ofrecerá su clásica carta: las pastas, la colección de hojaldres y también tartas, dulces de temporada o sugerencias saladas, entre otras referencias.

La Mallorquina cumple 125 años. Foto: Archivo EFE

La Mallorquina es parte de la historia dulce de Madrid, a lo largo de estos 125 años, se ha convertido en un referente en la capital. Desde esta posición, La Mallorquina avanza en su modelo de negocio con la inauguración de dos nuevas pastelerías que nos permitirán aproximarnos a nuevos públicos. Con la apertura en El Rastro, que abrirá los domingos y la nueva tienda en el Barrio Salamanca se podrán percibir los valores de una marca que siempre ha querido estar cerca de los ciudadanos, con la exigencia de ofrecerles el mejor producto. Damos así nuevos pasos de futuro con una historia que es inmejorable”, explica Ricardo Quiroga, Director General de La Mallorquina.

Asimismo, Ricardo Quiroga ha destacado la importancia del comercio tradicional y las tiendas centenarias de Madrid, establecimientos que aportan personalidad a la ciudad. Además, ha puesto en valor el vínculo de La Mallorquina con la historia de la capital, “no se puede entender Madrid sin La Mallorquina. Es una ciudad muy de los madrileños”.

Una ‘Tarta de Fresa’ para conmemorar 125 años

La Mallorquina conmemora el Aniversario con una edición especial de su postre Tarta de Fresa, especialidad muy reconocible de su propuesta. La pastelería tendrá disponible en la Puerta del Sol la Tarta, elaborada a partir de tres capas de bizcocho complementadas con una fina capa de crema pastelera y nata artesanal, todo ello cubierto con fresas.

La Mallorquina, historia dulce de Madrid

Los toldos de La Mallorquina se desplegaban por primera vez en 1894, en la calle Jacometrezo, su ubicación inicial, para trasladarse con el tiempo a un emplazamiento privilegiado: la Puerta del Sol.

Desde el número 8 de Sol,  La Mallorquina comenzó a vender dulces y pasteles, siendo la primera pastelería en introducir productos que hasta entonces no habían llegado a la capital como el tradicional Roscón de Reyes o las Ensaimadas. En sus vitrinas y escaparates, ofrecía propuestas saladas como Embutidos; Conservas y Merlitones; dulces como Barquillos; Torteles o Rusos y exponía las Colecciones de Bombones. A finales del siglo XIX, esa visión propia de trabajar el dulce le otorgó un gran prestigio acompañado de un distinguido personal. Camareros vestidos de frac que atendían a la clientela en castellano y también en un cuidado francés o confiteros de renombre como Teodoro Badarjí, que aportó al obrador nuevas creaciones, fórmulas y técnicas traídas desde París.

Además de pastelería, bombonería y confitería, La Mallorquina ha sido también un espacio de reuniones y tertulias de miembros de la Casa Real, del Gobierno, artistas, filósofos, escritores y ensayistas. A su Salón acudían, entre otros, Ortega y Gasset, Pío Baroja, Benito Pérez Galdós, Gómez de la Serna o el Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez, quien pedía en barra un Tortell con café y subía al Salón en busca de inspiración.

Durante este tiempo, La Mallorquina evolucionó en función de los acontecimientos históricos y las demandas de los madrileños. Tras la Guerra Civil, la pastelería comenzó una nueva etapa de la mano de las familias Quiroga y Gallo. Con una carta reducida, condicionada por la escasez de ingredientes como el azúcar, harina, café o el carbón para los hornos, la Puerta del Sol volvía a oler a dulces recién horneados.

En los 60, experimentó una reforma, respetando sus elementos más característicos e incorporando nuevo mobiliario. Las familias Quiroga y Gallo concedieron más protagonismo al Salón de Té, al que se accedía a través de la escalera con 22 peldaños; instalaron una marquesina de granito y colocaron en la fachada sus símbolos más reconocibles: el nombre en hierro y, en la esquina de Sol con Mayor, la icónica muñeca rosa con delantal de repostera.

A lo largo de su historia, La Mallorquina ha mantenido la tradición pastelera convirtiéndose en una referencia emocional de Madrid. Es parte de la cultura dulce de la ciudad, reconocida por madrileños, turistas y personalidades que a día de hoy mantienen una estrecha relación con la pastelería.

La Mallorquina en la actualidad Foto: EFE

El obrador de la Puerta del Sol

El obrador más céntrico de España, ubicado en el kilómetro 0, elabora desde 1894 recetas tradicionales, productos que han evolucionado y, al mismo tiempo, ha incorporado nuevas creaciones y sabores.

125 años después, la filosofía de La Mallorquina se mantiene intacta. La pastelería otorga el máximo protagonismo al producto y apuesta por el valor de lo artesanal. Así, cada día, el equipo del obrador enciende, antes del amanecer, los hornos, preparados para ofrecer su bollería, tartas y postres.

Los maestros artesanos trabajan con las mejores materias primas, ingredientes naturales como harina, chocolate y mantequilla pura y nata. Es la gastronomía dulce de La Mallorquina.

Productos artesanos

La carta de La Mallorquina evoluciona por temporadas, estaciones y también acoge las demandas y sugerencias de los clientes.

En su propuesta conviven más de 200 referencias, entre los que destacan sus Napolitanas de Crema y Chocolate, Croissants, Bambas de Nata o Pastas de Té; tartas y pasteles como la Tarta de Fresas, Trufas o el Ponche de Yema y, en temporada, el tradicional Roscón de Reyes o la castiza Corona de La Almudena y las Rosquillas por San Isidro.

Una amplia carta que mantiene la esencia de recetas clásicas y que evoluciona cada día incorporando nuevas propuestas, sabores y texturas de la pastelería actual.

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