Restaurantes

Asturianos, un valor seguro

Nunca me cansaré de homenajear a las antiguas guisanderas. Es el caso de Doña Julia, que excelentemente secundada por su hijo Alberto, lleva más de medio siglo haciendo las delicias de los que gustan de esos platos de todos los tiempos, guisos inmortales sin fecha de caducidad. Desgraciadamente, personalidades como Doña Julia son una especie en extinción, que merecen todos los homenajes que puedan hacérseles en vida. Personas que han dedicado su al duro quehacer de los fogones, sin desfallecer nunca, con humildad y satisfaciendo siempre al cliente.

Doña Julia en la cocina de Asturianos

Son muchos años acudiendo, como en peregrinación, a la madrileña taberna Asturianos, en el número 95 de la calle Vallehermoso, el lugar donde mi idolatrado Manu Leguineche, vecino del barrio, siempre se chupaba los dedos con un plato caliente por tarde que llegara de sus periplos por el mundo. Asturianos nunca defrauda porque sus apuestas culinarias son un valor seguro. Al excelente producto se une la portentosa técnica de Doña Julia, labrada a fuego durante más de medio siglo. El resultado, unos platos con el sello de autenticidad que dan los años de experiencia y de buen hacer.

Al saber antiguo de Doña Julia, se une la personalidad inquieta de Alberto, un tabernero ilustrado del siglo XXI, atento a las novedades y la innovación, desde las conservas, hasta los vinos que él mismo está empezando a elaborar en zonas tan emergentes como Méntrida. El avispado y dicharachero Alberto, como buen tabernero, siempre está ávido a la hora de comentar la actualidad política y social del país. Personaje hiperactivo y excesivo, que diría mi gran amigo Lorenzo Díaz, que por su perfil físico, bien podría caracterizar a un psicópata en cualquiera de las películas de los hermanos Coen.

La comida celebrada en un caluroso lunes de este otoño, que no parece tal, estuvo enriquecida con la presencia de otro tabernero de pro, Ruben Becker de La Sal de Zamora, que comparte la misma filosofía de Asturianos.

Producto y sabor con mayúscula. Platos de siempre con ligeras adaptaciones a la estación y los tiempos que vivimos. Puro disfrute. Desde los entrantes, una excelente sardina asada a la parrilla en conserva por Gueyu  Mar, el magnífico restaurante asturiano de Ribadesella, pasando por una riquísima ensalada fría de bacalao fresco y tomates zamorano, pasando por los guisos estrella de la casa, entre ellos las extraordinarias verdinas con almejas, rebosantes de sabor, y terminando con un sencillo morcillo guisado que va a perdurar en mi memoria mucho tiempo.

Asturianos, un valor seguro, sustentado en esos pilares intangibles y perdurables en el tiempo, que emanan de una tradición gastronómica que no me cansaré nunca de reivindicar.

 

 

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